Zelmar

 

o es que existe un territorio

donde las sangres se mezclan

(de una canción de Daniel Viglietti)

 

Ya van días y noches que pienso pobre flaco

y no puedo ni quiero apartar el recuerdo

 

no el subido al cajón a la tribuna

con su palabra de espiral velocísima

que blindaba los pregones del pueblo

o encendía el futuro con unas pocas brasas

ni el cruzado sin tregua que quería

salvar la sangre prójima aferrándose

a la justicia esa pobre lisiada

 

no es el rostro allá arriba el que concurre

más bien el compañero del exilio

 

el cálido el sencillo aquel buen parroquiano

del boliche de la calle maipú

fiel al churrasco y al budín de pan

rodeado de hijos hijas yernos nietos

ese flamante abuelo con cara de muchacho

hablando del paisito con la pasión ecuánime

sin olvidar heridas

y tampoco quedándose en el barro

siempre haciendo proyectos y eran viables

ya que su vocación de abrecaminos

lo llevaba a fundar optimismos atajos

cuando alguno se daba por maltrecho

 

y a pesar de la turbia mescolanza

que hay en el techo gris de la derrota

nadie consiguió que tildara de enemigos

a quienes bien o mal

radiantes o borrosos

faros o farolitos

eran pueblo

                      como él

y también comparece el vigilado

por esos tiras mansos con quienes conversaba

de cine libros y otras zancadillas

en el hotel o escala o nostalgiario

de la calle corrientes

 

sé que una vez el dueño que era amigo

lo reconvino porque había una cola

de cincuenta orientales nada menos

que venían con dudas abandonos

harapos desempleos frustraciones conatos

pavores esperanzas cábalas utopías

 

y él escuchaba a todos

él ayudaba comprendía a todos

lo hacía cuerdamente y si algo prometía

lo iba a cumplir después con el mismo rigor

que si fuera un contrato ante escribano

no se puede agregar   decía despacito

más angustia a la angustia

no hay derecho

 

y trabajaba siempre

noche y día

quizás para olvidar que la muerte miraba

de un solo manotazo espantaba sus miedos

como si fueran moscas o rumores

y pese a las calumnias las alarmas

su confianza era casi indestructible

llevaba la alegría siempre ilesa

de la gente que cumple con la gente

 

sólo una imagen lo vencía

y era la hija inerme

la hija en la tortura

durante quince insomnios la engañaron diciéndole

que lo habían borrado en argentina

era un viejo proyecto por lo visto

entonces sí pedía ayuda para

no caer en la desesperación

para no maldecir más de la cuenta

 

ya van días y noches que pienso pobre flaco

un modo de decir pobres nosotros

que nos hemos quedado

sin su fraternidad sobre la tierra

 

no se me borran la sonrisa el gesto

de la última vez que lo vi junto a chicho

y no le dije adiós sino cuidate

pero los dos sabíamos que no se iba a cuidar

 

por lo común cuando cae un verdugo

un doctor en crueldad un mitrione cualquiera

los canallas zalameros recuerdan

que deja dos tres cuatro

verduguitos en cierne

 

ahora qué problema este hombre legal

este hombre cabal acribillado

este muerto inmorible con las manos atadas

deja diez hijos tras de sí

diez huellas

 

pienso en cecilia en chicho

en isabel margarita felipe

y los otros que siempre lo rodeaban

porque también a ellos inspiraba confianza

y qué lindos gurises    ojalá

vayan poquito a poco entendiendo su duelo

resembrando a zelmar en sus diez surcos

 

puede que la tristeza me haga decir ahora

sin el aval de las computadoras

que era el mejor de nosotros

y era

pero nada me hará olvidar que fue

quien haciendo y rehaciendo

se purificó más en el exilio

 

mañana apretaremos con los dientes

este gajo de asombro

este agrio absurdo gajo

y tragaremos

                        seguirá la vida

pero hoy este horror es demasiado

 

que no profane el odio

a este bueno yacente este justo

que el odio quede fuera del recinto

donde están los que quiso y que lo quieren

 

sólo por esta noche

por esta pena apenas

para que nada tizne

esta vela de almas

 

pocos podrán como él

caer tan generosos

tan atrozmente ingenuos

tan limpiamente osados

 

mejor juntemos nuestras osadías

la generosidad más generosa

y además instalemos con urgencia

fieles radares en la ingenuidad

 

convoquemos aquí a nuestros zelmares

esos que él mismo nos dejó en custodia

él que ayudó a cada uno en su combate

en su más sola soledad

y hasta nos escuchó los pobres sueños

                él

                que siempre salía

                de alguna pesadilla

y si tendía una mano era una mano

y si daba consuelo era consuelo

y nunca un simulacro

 

convoquemos aquí a nuestros zelmares

en ellos no hay ceniza

ni muerte ni derrota ni tierno descalabro

nuestros zelmares siguen tan campantes

señeros renacidos

únicos y plurales

fieles y hospitalarios

 

convoquemos aquí a nuestros zelmares

y si aún así fraternos

así reunidos en un duro abrazo

en una limpia desesperación

cada uno de esos módicos zelmares

echa de menos a zelmar

                                       será

que el horror sigue siendo demasiado

y ya que nuestro muerto

como diría roque en plena vida

es un indócil

ya que es un difunto peliagudo

que no muere en nosotros

pero muere

que cada uno llore como pueda

 

a lo mejor entonces

nuestro zelmar

                          ése de cada uno

ése que él mismo nos dejó en custodia

a cada uno tenderá una mano

y como en tantas otras

malas suertes y noches

nos sacará del pozo

desamortajará nuestra alegría

y empezará a blindarnos los pregones

a encender el futuro con unas pocas brasas.

 

mayo 1976.