En el libro de César Di Candia «Ni muerte ni derrota»  su esposa Elisa Delle Piane recuerda:

 » La primera vez que vi a Zelmar fue en casa. El jugaba al fútbol con mi hermano Daniel y un día fue a buscarlo en bicicleta con un grupo de gurises chicos. Puede ser que me haya flechado en ese momento, porque siempre me gustó, pero pienso que más bien fui yo quien lo flechó a él. Tendríamos doce o trece años aunque hay que tener en cuenta que los adolescentes de antes eran mucho más bobos que los de ahora. Nos hicimos amigos y yo empecé a notar que los otros amigos de mi hermano me parecían insulsos. Siempre tuve la impresión de que Zelmar era distinto. Mejor, tal vez. No sabría explicarlo.¨

¨Formalmente, nos ennoviamos a los dieciocho, creo que el mismo año en que entró a la facultad e ingresó al Banco Hipotecario. Tuvimos cinco años de noviazgo de esos de antes: sofá, manito, lo que podíamos…(se ríe) no mucho porque todo estaba prohibido. Nunca pudimos ir solos a ninguna parte, siempre nos obligaron a salir con algún acompañante¨

¨Zelmar había empezado a trabajar en el Banco Hipotecario un tiempo atrás para aliviar la situación familiar. Cuando nos casamos. en el año 48, ganaba trescientos pesos y con eso nos alcanzaba… También es cierto que nos casamos sin comprar heladera ni  muchas otras cosas. Teníamos lo mínimo, Eli vino en el 49 y después siguió un hijo cada año y medio. Zelmar estaba muy feliz con los niños chicos, pero claro no se esclavizaba con ellos. Yo en cambio me esclavizaba pero estaba contenta igual. Para mí la etapa más dichosa de mi vida fue cuando los gurises eran chicos, aunque siempre estuviera de panza y dando de mamar y pasando un trabajo infernal. Uno pensaba..bueno ahora nos sacrificamos, trabajamos como locos, pero después los hijos salen adelante sin problemas…mira lo que resultó.