Homenaje a Zelmar Michelini en el día de su nacimiento, Cementerio Central, 20 de mayo de 2024
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(Buenos días. Gracias por acompañarnos. Los hijos e hijas de Zelmar que no nos pueden acompañar, lo hacen de corazón.)
Cada 20 de mayo nos reunimos aquí para recordar a Zelmar. Hoy, 20 de mayo de 2024, es especial porque se cumplen 100 años de su nacimiento.
Hoy, celebramos con emoción esta fecha evocando a Aída, su mamá, a su hermana y hermanos y a Pedro, su padre, a quien no conocimos. También lo sentimos en la memoria y el corazón como padre. Lo recordamos sorprendido y atento como abuelo de los dos nietos que llegó a conocer y lo imaginamos novelero y divertido con los nietos, nietas y bisnietos que siguieron agrandando la familia. También aparece en la memoria su relación con la sobrinada de ambas ramas de la familia que expresan su afecto cuando lo recuerdan.
Hoy en esta reunión de familiares y amigos, también está presente el valor que le daba Zelmar a la amistad y su particular relación con las personas.
Evocamos su capacidad de disfrutar de la vida, parte inherente de su personalidad arrolladora. Su amor por la libertad, su rebeldía ante la injusticia y el privilegio, así como el entusiasmo contagioso para enfrentar la adversidad. Su convicción y vocación de la política como servicio hacia su pueblo y su plena fe en la voluntad como factor de transformación de la realidad.
Zelmar Michelini fue periodista, sindicalista y político. Su personalidad enérgica se conjugaba con la ternura, el sentido del humor y la pasión por la aventura de la vida.
Disfrutaba de la lectura, compraba libros por docenas, leía más de uno a la vez y era difícil mencionarle algún novel escritor que él no hubiera descubierto.
Lo apasionaba lo que sucedía en el mundo no solo en el plano político y buscaba por todos los medios estar informado más allá de la aldea.
En los años 60 jugaba con la idea de escribir una novela. Escribir a máquina con solo dos dedos no le parecía un obstáculo.
Se calificaba a sí mismo como “nulo para las tareas manuales” lo que resultó un inconveniente serio cuando en el exilio tuvo que lavar su ropa.
Amaba los deportes que practicó hasta su juventud. Después los siguió con avidez, desde el fútbol y el basquetbol hasta el turf y el ajedrez que jugaba con algunos de sus hijos.
No era creyente ni practicaba ninguna religión. Eso no le impidió casarse con una mujer católica. Ambos respetaron mutuamente sus ideas y convicciones.
Al mismo tiempo que evocamos a Zelmar, “Pito” para muchos familiares y amigos, en la intimidad, sentimos en esta fecha la necesidad de traer a la memoria a Zelmar como personalidad de la cosa pública y sus principales ideas.
Por ejemplo, sus dotes de comunicación en la tribuna o en el Parlamento, claras y potentes que concitaban la atención. También generaba empatía en el mano a mano, sobre la base del respeto al otro aún en la discrepancia, apelando al humor como elemento constante de toda relación humana. Su sentido de responsabilidad combinado con su tozuda voluntad de diálogo con los jóvenes, así como su idea de la lealtad bien entendida y en cultivar la amistad sin ambages.
Durante toda su vida, desde sus primeros pasos de militante estudiantil y universitario hasta su muerte, ya fuera simple militante o dirigente, ocupara cargos ejecutivos o legislativos, estuviera en el oficialismo o en la oposición, Zelmar Michelini defendió los mismos principios de libertad, democracia, derechos humanos e igualdad social.
La libertad individual, muy especialmente las de pensamiento, de opinión, de creencia, de expresión y de circulación. La libertad colectiva, expresada en los derechos sindicales y políticos, de asociación y manifestación.
La democracia, como gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, en el cumplimiento de la voluntad mayoritaria y el respeto a los derechos de las minorías.
Los derechos humanos, a cuya defensa intransigente dedicó una indomable energía en el Senado y en el exilio y por los que finalmente sacrificó su vida, para hacer realidad la Declaración Universal de Derechos Humanos, que en su preámbulo fija como principios la dignidad humana, la igualdad del ser humano tanto de hombres y mujeres, como el progreso social y en su articulado proclama que «Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes».
La igualdad social, como norte de la acción pública, mediante la defensa de los más humildes y de los trabajadores, en sintonía con sus justas reivindicaciones y respetuoso de sus luchas y organizaciones.
Hoy nos animamos a decir que la singularidad de Zelmar reside sobre todo en su conducta política, intransigente en la defensa de los principios, dialogadora en la búsqueda de soluciones. Fue principista y pragmático: siempre consecuente. Firme defensor de los cambios para alcanzar mayor justicia social, sin desmedro de la libertad y apelando a los caminos de paz para alcanzarlos.
En los turbulentos años sesenta y setenta supo mantener el corazón caliente y la mente fría para tomar en los momentos cruciales la decisión acertada, sin ceder al miedo que infundían los poderes fácticos, ni dejarse llevar por la iracundia.
La Fundación Zelmar Michelini al difundir su obra y pensamiento, busca difundir sus ideas y sus principios que considera vigentes en el mundo de hoy.
En este día, recordamos también a Elisa, nuestra madre, a nuestro hermano Felipe y a nuestra querida Iara su nieta.
Nuestro agradecimiento a las múltiples y constantes muestras de solidaridad, afecto y cariño a la personalidad de Zelmar, dentro y fuera de fronteras, de hombres y mujeres de todo tipo y condición. Nuestro reconocimiento a todos aquellos que han bregado y lo siguen haciendo por la verdad, la memoria y la justicia aún en las más difíciles circunstancias.
También en estos días se cumple el aniversario del crimen que terminó con la vida de Zelmar. El hombre pacífico, que solo tuvo como armas sus ideas, su palabra, la política y el diálogo, que pregonó y trabajó por cambios en paz fue violentamente secuestrado y asesinado por un gobierno criminal que violó la constitución y los derechos básicos de las personas.
Al mismo tiempo, hoy como cada 20 de mayo, desde 1996, miles y miles de personas en todo el país se reúnen y marchan reclamando por las personas desaparecidas durante el terrorismo de estado, reclamando verdad, memoria, justicia y nunca más.
A Zelmar lo asesinaron, pero renace en nuestra memoria, ofreciendo sus banderas y su ejemplo a las nuevas generaciones.
En la medida en que pasa el tiempo, las personalidades públicas suelen asociarse a una imagen, una frase un monumento. ¿Llegará un momento en que el bronce le ganará a la persona de Zelmar? Queremos incidir para que el bronce no le gane a sus ideas e ideales.