Plataforma de principios e ideas sobre las que Zelmar se apoya. Estas ideas configuran la fuente que nutre de dignidad a toda su trayectoria política. No son simples consignas, conceptos superficiales, son pilares ideológicos profundamente reflexionados. Él conoce los beneficios y perjuicios de cada una de esas ideas y las elige porque las considera las más adecuadas para la construcción de una sociedad más humana.

 ‘Nuestro punto de partida es la igualdad en el ámbito de la libertad, no aceptamos otra base para las relaciones de los hombres entre sí.

Rechazamos todas las discriminaciones sociales que se fundamentan en los privilegios, originados en la fortuna, en la familia, en la religión, en la raza o en el partido.

Sostenemos como base de la arquitectura social el principio de la dignidad humana. Y no hay dignidad posible para el hombre si carece de libertad o si no se siente igual entre iguales.

No aceptamos, no podemos aceptar, que haya un orden democrático y justo, allí donde los hombres se reconocen súbditos de otros, en razón de los privilegios azules de familias elegidas por principios aristocráticos, por imposiciones dictatoriales o por intereses oligárquicos.

No aceptamos, no podemos aceptar, que se pretenda imponer una sujeción económica y una subordinación financiera, una calificación de nacionalidades en superiores e inferiores, de pueblo a pueblos, de gobierno a gobiernos, porque unos sean poderosos y otros seamos débiles e incipientes.

Menos podemos aceptar aún, que quienes invocan defender la Justicia Social, arrasen los derechos naturales del hombre y los políticos del ciudadano, allí donde mandan, y se proclamen reivindicadores de esos mismos derechos allí donde pretenden llegar a mandar.

No queremos ideologías importadas ni aceptamos servilismos económicos ni dependencias de pueblos o poderes foráneos.

Luchamos por una estructura económica que suprima el latifundio asfixiante, la propiedad improductiva y la tenencia sin fundamento de los bienes colectivos; por una estructura social que asegure iguales puntos de partida para todos y metas para cada uno, de acuerdo a los talentos, esfuerzos, virtudes y rendimientos personales.

Por una estructura política que permita la libre y cabal expresión de todos los sectores que componen la voluntad popular, sin las cortapisas que los intereses particulares de personas o grupos imponen. Por una estructura jurídica que sea escudo del derecho de los débiles y muralla contra la prepotencia de los fuertes.

Luchamos por la justicia integral, como única fórmula para la convivencia digna de los hombres. Para lograrla es imprescindible, reformar, modificar, reestructurar, cambiar.

Los conservadores que están apegados a una posición privilegiada, y quienes sin tenerla la ambicionan, se afanan por mantener la sociedad actual tal como está, no quieren cambios ni modificaciones estructurales, las reformas los asustan y los descontrolan.

Los resentidos sociales, de ambos extremos, predican en cambio la ruptura por la violencia, del orden actual. El procedimiento es conocido, y si pudo ser válido para otros pueblos y para otras épocas, no lo aceptamos para nosotros. La violencia es sangre fraterna derramada, destrucción, muerte, ruina y trae como secuela natural la entronización de los gobiernos fuertes y autoritarios  que imponen la supresión de las libertades.

Unos y otros conspiran contra el progreso.

Quienes pretenden detener la evolución hacia la justicia social, para mantener sus privilegios, fomentan la violencia. Quienes desprecian la evolución pacífica para afiliarse a la revolución violenta, favorecen la estratificación social del orden actual. Esto no es una paradoja sino una verdad sociológica.

La evolución democrática de nuestro país, impulsada – en un momento histórico – por José Batlle y Ordóñez al frente del Partido Colorado, fue acelerada y ejemplar. Pero en la actualidad está detenida y seriamente amenazada por tendencias reaccionarias que se aferran al pasado y por ideologías importadas que no se compadecen con nuestra idiosincrasia liberal y democrática. Hay que formar consciencia de este peligro en que vivimos para poder combatirlo.

Es necesario seguir avanzando para no perecer, avanzando por nuestro propio camino, dejando a un lado a los que intentan detenernos y a los que pretenden desviarnos con cantos de sirena. Avanzar en la realización democrática de la justicia social, para que esta República libre e independiente siga siendo “feliz y justiciera“  y  sea siempre gobernada por uruguayos, con ideas y soluciones uruguayas’.

Artículo publicado el 21 de enero de 1964, titulado ‘Por nuestro camino’

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.